domingo, 5 de octubre de 2008

20 b, Desesperanza


DESESPERANZA

Deseperanza. Es una palabra muy típica en aquellos que tratando de cambiar la historia nos quieren hacer ver todo aquello que los pobres árabes no pueden hacer por culpa del pueblo judío o todas aquellos comportamientos judíos capaces de destrozar cualquier ilusione árabe. No creo que a nadie se le escape que para que haya desesperanza ha de haber también esperanza porque sino no cabe hablar de aquella ya que no puede desesperar aquel que nada espera.

Ya el primer representante del pueblo judío, Abraham, vivió junto a la esperanza. La esperanza que todos sabemos y que no voy a reproducir aquí. Desde que los romanos expulsaron a los judíos de aquel territorio que alimentó la esperanza de Abraham, el pueblo judío siempre albergaba en su seno la esperanza de regresar. Pero la diáspora del pueblo judío a lo largo de todo el mundo incluía también otras esperanzas: la esperanza del trabajo, la esperanza del progreso, la esperanza de la integración en las sociedades que lo acogían, la esperanza de la felicidad de las familias enteras judías que se desplazaban, la esperanza del bienestar.

Ha sido precisamente su inseparable condición de extranjero la que ha hecho que el judío haya necesitado de la astucia más que cualquier otro pueblo y ha sido ese mayor desarrollo de la astucia lo que le ha hecho aposentarse en los altos rangos de la sociedad donde se ubicaba.
La historia nos ha escrito que de las crisis no se salva nadie y allá donde había crisis echaban la culpa al extranjero que además, que suerte ha tenido, es más rico.

“El año que viene en Jerusalen”, la frase de la esperanza judía, a medida que avanzaba la civilización, más fuerte sonaba. El mundo avanzaba, por tanto los problemas crecían y las espaldas de los judíos cargadas de culpas encendían la llama del último cartucho con el nacimiento del sionismo que no es otra cosa que un movimiento cargado de esperanza.
El retorno a Jerusalen significó que en 1914, apenas 17 años desde el inicio del movimiento sionista, había una población judía de alrededor de noventa mil habitantes mientras que la población árabe era de unos seiscientos mil con la curiosidad de que solo en Jerusalen había 100 escuelas judías que doblaba al número de escuelas árabes de toda la región. El número de hospitales se multiplicaba por ocho y se metieron a fondo con el desarrollo de la agricultura que tímidamente habían iniciado hacia 1850 los norteamericanos y los alemanes. Arquitectos, médicos, comerciantes, banqueros, judíos de todo el mundo acudían a Israel a coger la azada y construir con esperanza el reencuentro con el hogar perdido.
Hoy Israel es un estado que ha conseguido a base del dinero de todos los hermanos judíos del mundo y a base de trabajo codearse politica, industrial y comercialmente con la civilización occidental y posee (datos de 1989) solo el 5% de analfabetismo en gente adulta. (Hoy será mucho menos).

En ese territorio donde ha crecido Israel también estaban los árabes. Pero ellos solo estaban. Les daba igual que los gobernaran los romanos que los otomanos, los macedonios que los persas. Les daba igual estar en el siglo I que en el X que en el XX. Les daba igual las posibilidades agrícolas de sus tierras pues ellos ya tenían bastante con las cabras. Les daba igual la evolución económica que el mundo experimentaba. A ellos no les hacía falta. Pero ¡maldita casualidad! al compañero de viaje del siglo XX sí que le importa. El compañero de viaje del siglo XX ha tenido que venir a decirles a ellos como se riega, como se construye, como se pueden biomecanizar los establos para hacerlos más rentables, como se puede acabar con la analfabetización. Y eso por supuesto no se puede consentir.

En el mismo año 1989 cuando en Israel la analfabetización de la gente adulta era del 5%, era en Irak del 58,2%, en Siria del 41%, Egipto 39,%, Jordania 25%, Líbano 23%, Omán 70%, Yemen 80%, Libia 33%, Iran 49%. Y aquí los amigos de la miseria en vez de hablar de envidia y de incapacidad para soportar la humillación sufrida en TODAS las facetas de la vida incluída la militar, hablan de desesperanza como si el pueblo árabe hubiese dado a lo largo de la historia la sensación de esperar algo. ¿Desesperanza de qué? ¿De no poder seguir ordeñando cabras? ¿De no poder seguir inutilizando y vejando al 50% de su población, es decir, a la mujer? ¿De no poder seguir enseñando a sus niños como se mata y como se suicida uno por Alá en vez de llevarlo al colegio? ¿Desesperanza de gastar las dos terceras partes de su presupuesto en comprar armas en vez de crear escuelas? ¿Desesperanza de no poder seguir derribando edificios, dinamitando aviones, poniendo bombas en bodas, colas de los cines y discotecas? ¿Desesperanza de no poder seguir lapidando a las mujeres?

Desesperanza, desesperanza, ¿desesperanza de qué?